Bostezar es esa acción involuntaria en que inspiramos de forma lenta y profunda, luego abrimos la boca y dejamos escapar el aire con una exhalación de manera ruidosa, o no, que suele durar unos segundos. Y, además, es el acto que determina el peso de nuestro cerebro.
Según
un estudio reciente de la Universidad Estatal de Oneonta, Nueva York, publicado
en Biology
Letters, la duración del bostezo predice el peso del
cerebro y el número de neuronas corticales en mamíferos. Pero, ¿para qué sirve
bostezar? “Es un mecanismo de refrigeración del cerebro”, afirma Andrew Gallup,
profesor de esa universidad y líder de la investigación.
El científico sostiene que “la
duración de los bostezos parece estar específicamente ligada con la variación
de tamaño y complejidad del cerebro, pero sobre todo, el factor más importante
es el número de las neuronas”, dice el investigador. Por eso, en el caso de los
seres humanos, con 10.000 millones de neuronas en la corteza cerebral, la media
está alrededor de los seis segundos, en contraposición a los bostezos de los
ratones, cuya duración es menor a dos segundos.
La diferencia en la duración del
bostezo de animales mamíferos responde a un “aumento de las capacidades
cognitivas”
Las
estructuras del cerebro que entran en juego cuando bostezamos están en el
tronco cerebral. “Bostezar está bajo el control de diferentes neurotransmisores
en el núcleo del hipotálamo”, que se encuentra en el encéfalo y que además
controla el sistema nervioso, añade.
Los
investigadores creen que las consecuencias neurológicas de bostezar, como la
refrigeración cerebral o la circulación de sangre intracraneal, “afectan a toda
la estructura cerebral”.
Micaela
Quinteros
El
Pais
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